🌍La razón ya lo sabe. Ahora toca la acción en nuestros corazones

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🌍La razón ya lo sabe. Ahora toca la acción en nuestros corazones

Cada 25 de diciembre celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente. Pero realmente, ¿tenemos algo que celebrar? Como nos recuerdan diariamente los informes científicos contrastados, la Tierra se enfrenta sin lugar a dudas a una triple emergencia planetaria: el clima se calienta a un ritmo demasiado rápido para que las personas y la naturaleza se adapten; la pérdida de hábitat y otras presiones sobre la naturaleza han conllevado a que aproximadamente 1 millón de especies estén en peligro de extinción; y la contaminación continúa envenenando nuestro aire, tierra y agua.

Para no seguir avanzando hacia ese precipicio sin billete de vuelta debemos transformar nuestras economías y sociedades para hacerlas más inclusivas, más justas y más respetuosas con la naturaleza. Debemos pasar de dañar el planeta a curarlo. Estas son las metas que persiguen los Objetivos de Desarrollo Sostenibles ODS de la Agenda 2030 de la ONU.

Cada vez más amplios sectores sociales están sensibilizados con esa inmensa tarea, y tanto desde las administraciones como desde de las empresas y los ciudadanos individuales ya se están tomando medidas. Pero no debemos caer en el infantil optimismo de pensar que o la ciencia o un repentino cambio en la mentalidad social mayoritaria nos va a ayudar a sortear el mayor reto de la humanidad desde que esta existe.

Desde la Fundación Human Talent, en coincidiendo con el Día del Medio Ambiente, que no es más que una fecha en el calendario vacía de contenido si no se lo damos, proponemos una palabra-llave: “acción”.

Acción en nuestras empresas, con pequeños pasos pero reales que mantienen o mejoran los beneficios económicos pero que multiplican los beneficios que entregamos a la comunidad.

Acción en nuestras casas, con nuestros hijos, con nuestras amistades, incorporando hábitos de respeto al entorno y de un consumo más responsable.

Acción en nuestras administraciones, que deben escapar de la mirada cortoplacista y apostar seriamente por planes ambiciosos a medio y largo plazo de fomento de esta nueva y necesaria cultura.

En definitiva, acción en nuestros corazones. Ya tenemos encima de la mesa todos los argumentos racionales, que solo los necios o los interesados se niega a aceptar. Ahora nos toca movilizar nuestros sentimientos, nuestras emociones, porque los vamos a necesitar en la tarea que nos reclaman aquí y ahora las generaciones futuras.

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